EDAD MEDIA

edad media
El origen de la actual población de Hornachuelos, en cuyas tierras han aparecido restos visigodos, se remonta a la época musulmana. Su amplio término, que estuvo poblado de tribus árabes (Qays y Kalb) y beréberes (Hawwara), perteneció a dos coras. Mientras que la zona septentrional, donde se localizaban algunas fortalezas y pequeños núcleos urbanos, se incluía en la de Fahs al Ballut, la meridional formaba parte de la de Córdoba, concretamente del Iqlirn o distrito de Lawara (mesas de Guadalora, al norte de Palma del Río). En esta última zona se encontraba Hornachuelos y el castillo de Murad (actual Moratalla) nombre debido a la tribu yemení de los Murad, donde había un manzil (posada o albergue para los caminantes).
En el siglo XII, según nos transmite el viajero Al-Idrisi, Furnayulus topónimo árabe por el que se conoce la actual Hornachuelos era una ciudad amurallada, de relativa importancia, que se encontraba rodeada de numerosas viñas y huertas, existiendo en sus proximidades minas de oro y plata. Serían precisamente estas explotaciones mineras, junto a su buena situación en el camino de Córdoba a Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir ruta muy transitada durante toda la Edad Media, los factores que, como señala A. Arjona Castro, determinarían su importancia. En dicho camino se encontraba, según indica el geógrafo Al-Udri, una parada de postas llamada Ambassar (Bembézar). Igualmente, junto al río Retortillo, en el límite entre ambas provincias, pero dentro del antiguo reino de Córdoba, se localizaba el castillo de Malbal, conocido en época cristiana como Toledillo o Malapiel.
Fernando III reconquistó en 1240 Hornachuelos y Moratalla, que fueron puestas fajo jurisdicción del concejo de Córdoba en 1254 por Alfonso X. Ese mismo año sus iglesias se vincularon al obispado de esta ciudad, creándose en Hornachuelos, debido quizás a su extensión, dos parroquias (Santa María y San Salvador), cuya delimitación, al igual que la de Moratalla, fue realizada por el obispo don Fernando de Mesa en 1272. Mientras que las de Hornachuelos, que aparecen ya unidas en 1380, pertenecían al arcedianato de Pedroche, la de Moratalla se vincularía al de Córdoba. En los años siguientes al repartimiento y repoblación de estas tierras convivieron dos comunidades: la cristiana y la musulmana, desapareciendo esta última a partir de 1264, con motivo de la sublevación de los mudéjares.
Hornachuelos y las villas vecinas de Posadas y Palma del Río tendrán pleitos durante el siglo XIV (1314 y 1369 respectivamente), al no respetarse los derechos de cada una de las comunidades de estas poblaciones. En el Siglo XV se llega a un acuerdo entre la orden de Calatrava y la ciudad de Córdoba sobre términos de Fuente Obejuna, Bélmez y Hornachuelos (1464).
La solución del pleito de la familia Portocarrero sobre la villa de Moguer va a conducir, como señala M. Nieto Cumplido, a la señorialización de Hornachuelos en 1444 por privilegio de Juan II a Martín Fernández Portocarrero, señor de Palma del Río, que siete años después renunciará a ello. En 1454 la fortaleza de Hornachuelos está en poder de don Pedro Fernández de Córdoba, señor de Aguilar, conservando su sucesor, don Alfonso de Aguilar, la tenencia de la misma durante las guerras civiles del reinado de Enrique IV. En esos años se realizan importantes obras en ella, de la que don Alfonso es desposeído en 1478 por los Reyes Católicos, si bien le prometen que se la restituirían si el hijo del conde de Cabra no entregase la de Almodóvar del Río. En 1485 los monarcas dan su tenencia a Tello de Aguilar. Una descripción de los restos de la fortaleza y del recinto amurallado nos la ofrecen varios autores, entre ellos Ramírez y de las Casas-Deza y Nieto Cumplido.
La diversidad de paisaje existente en el amplio término de Hornachuelos, cuya villa tenía 246 vecinos equivalentes a unos 1.100 habitantes en 1530, dio lugar a una economía variada. Junto a la producción agrícola (cereales, vino y aceite) y ganadera, destaca también la caza, al estar ocupadas una gran parte de sus tierras por montes y, por tanto, sin cultivar, y la pesca obtenida en el río Bembézar, donde a mediados del siglo XV se está construyendo un puente (1451).
Son varias las familias cordobesas, de cierta importancia en la ciudad, que tenían propiedades en Hornachuelos y su término (Mexía, Hoces, Henestrosa, Gutiérrez de los Ríos. Venegas. etc.). Los Gutiérrez de los Ríos se encuentran vinculados desde la primera mitad del siglo XV a las heredades que en época moderna constituirán el marquesado de Escalonias. Por su parte, Luis Venegas, que aparece en 1492 como señor de Moratalla núcleo de población concedido a mediados del siglo XIII a Gondruenda Ruiz, exige el pago de ciertos derechos a los carreteros de Córdoba que atraviesan los términos de esta villa en dirección a Sevilla.
La presencia de ermitas en el término de Hornachuelos está documentada desde el siglo XIV, ya que en 1380 se hace referencia a la de Santa María de la Sierra. En 1489 fray Juan de la Puebla (Gutiérrez de Sotomayor, conde de Belalcázar, antes de ingresar en la vida religiosa) funda cerca de Hornachuelos el convento franciscano de Santa María de los Angeles. Igualmente se constata vida eremítica a fines del siglo XV (1495).

TOPONIMIA

HORNACHO
El nombre de esta población cordobesa es de origen mozárabe. Deriva de la palabra fornix, -icis, con el significado de "bóveda subterránea", "túnel" o "roca agujereada". Todos parecen derivar del mismo radical fornax, porque los hornos de cal o de alfarero suelen construirse en forma de bóveda. De ella deriva hornacho, "concavidad que se hace en la montaña para extraer minerales", con el sufijo mozárabe -acho (o bien los sufijos eceus o aculu).
Por eso Al-Idrisi (siglo XII) e Ibn Al-Abbar (siglo XIII) escriben furnayulush o funaywelush, señalando el primero la existencia de minas de plata y oro en un paraje cercano a Hornachuelos llamado Al-mary, hoy denominado Almarfa.

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